—¡Ploff! —sonó una gota de agua cayendo sobre una hoja grande.
Era una mañana soleada en el jardín de la Escuela Verde. Las margaritas aún estiraban sus pétalos con pereza, y el césped olía a tierra mojada. Un abejorro cruzó zumbando: Bzzz… Bzzz…, buscando flores, pero no había muchas.
—¿Otra vez no? —murmuró una mariquita con cara triste—. ¡La flor de anís ha desaparecido!
—¡La semana pasada fue el trébol! —chilló Lupo, el saltamontes, mientras daba un brinco por encima de un botón de oro—. Si esto sigue así, ¡nos vamos a quedar sin jardín!
Todos los insectos estaban preocupados. Algo muy extraño estaba pasando: cada semana, una planta desaparecía, y con ella, varios bichitos amigos.
Y nadie sabía por qué.
En una hojita curva como tobogán, se reunieron los insectos más curiosos del jardín. Estaban Lupo el saltamontes, Doroti la mariquita, Gala la abeja, un gusano poeta llamado Simón, y… ¡una hormiga con gafas de sol!
—Es de noche …¿por qué llevas esas gafas? —preguntó Gala.
— ¡Son de detective! —respondió la hormiga, que se llamaba Nanda—. Estoy investigando las desapariciones.
Todos la miraron con atención. Nanda levantó una patita y dijo:
—Creo que algo invisible nos está enfermando. Las flores pierden el color. Las hojas tienen manchas. Y a mí me duele la barriguita cuando como hojas de lechuga.
—¡Eso me pasó también! —gritó Simón, el gusano, girando como espiral.
Decidieron formar el Club del Zumbido, una patrulla de insectos investigadores.
Mientras tanto, en una clase de segundo de primaria, una niña llamada Alma dibujaba bichos en su cuaderno. Les ponía gorros, botas, y hasta paraguas. Tenía una lupa y una caja con hojas, donde cuidaba orugas y escarabajos. Su cuaderno decía: «Proyecto: Jardín para mis amigos los bichos».
Un día, Alma llevó su lupa al recreo y se agachó en un rincón del jardín. Algo se movía muy lento, como una manchita negra entre la hierba.
—¿Una hormiga con gafas? —susurró sorprendida.
Nanda la miró. No sabía si correr o saludar. Pero Alma, sin moverse, le dijo muy suave:
—Hola. No te voy a pisar. Prometido.
Nanda, valiente como era, levantó su patita y se subió a la suela del zapato de Alma. Desde ahí, la miró directo a los ojos. ¡Era la humana correcta!
Esa noche, Alma soñó que hablaba con los insectos. En su sueño, Doroti le explicaba:
—Nos están rociando con una cosa pegajosa que nos hace desaparecer. No lo vemos, pero lo sentimos. ¡Pst! Los llaman “pesticidas”.
Al día siguiente, Alma fue directa a su maestra:
—Profe, creo que los pesticidas están enfermando al jardín. Y también a los insectos. ¿Podemos hacer algo?
La maestra levantó una ceja, luego las dos. Pero, al ver el dibujo que Alma había hecho —un mapa lleno de flores, mariquitas felices y abejas bailando—, sonrió.
—Podemos hacer un jardín ecológico. ¿Te gustaría liderar el proyecto?
—¡Sí! —gritó Alma—. Pero lo haremos juntos, con todo el segundo grado… y los insectos.
Así nació el Planeta Mini Bichos.
Los insectos trabajaban desde abajo: Simón escribía poemas que colgaban de las ramas, Lupo medía las hojas con una ramita y Nanda usaba sus gafas para buscar tierra sana.
Arriba, los niños y niñas cavaban, plantaban flores silvestres, hacían carteles que decían “Zona Libre de Químicos” y “Aquí viven amigos pequeños”.
Pasaron las semanas. El jardín empezó a cambiar. Volvieron las flores de anís. Aparecieron bichos nuevos: caracoles, libélulas y hasta un escarabajo con manchas doradas.
Una mañana, Alma encontró un dibujo pegado en una flor: una hormiga con gafas y una margarita que sonreía. Lo había dejado Nanda, como agradecimiento.
—¡Funcionó! —dijo Alma al ver cómo el jardín zumbaba, crujía, croaba y florecía.
—Zzzí —dijo Gala, la abeja—. Ya no nos duele la barriguita.
Los niños seguían cuidando el jardín, y el Club del Zumbido vigilaba desde la tierra.
Y Nanda… bueno, Nanda se quitó por fin las gafas. Ya no hacía falta investigar más. El peligro se había ido, y ahora el jardín era un hogar seguro.
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Preguntas para los pequeños lectores
¿Qué personaje del jardín te gustó más? ¿Por qué?
Si tú pudieras crear un jardín como Alma, ¿qué plantas y animalitos pondrías?
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