En un pequeño campo lleno de flores de colores, Zuzu, una cometa con una cola larga y brillante, deseaba volar más alto que ninguna otra cometa. Todos los días, Zuzu subía al cielo con la esperanza de tocar las nubes, pero había un problema: siempre se enredaba en las ramas de los árboles o se caía al suelo por no saber esperar el momento adecuado.
—¿Por qué no puedo volar alto como las otras cometas? —se quejaba Zuzu, mientras giraba y saltaba por el aire sin rumbo.
Un día, al ver cómo Zuzu luchaba con el viento, Tina, una tortuga sabia y paciente que paseaba lentamente por el campo, se acercó a ella.
—Zuzu, ¿por qué te apresuras tanto? —le preguntó Tina con su voz suave y calmada.
—Quiero volar alto, mucho más alto que cualquier otra cometa. Pero siempre me enredo, y no entiendo por qué. —respondió Zuzu, con su cola agitándose de frustración.
Tina sonrió lentamente y se sentó junto a Zuzu.
—Para volar alto y lejos, hay que aprender a esperar el viento correcto. Si no tienes paciencia, el viento no podrá ayudarte. —explicó Tina con sabiduría.
—¿Esperar? ¿Cómo voy a esperar si quiero volar ahora mismo? —preguntó Zuzu, sorprendida.
Tina asintió lentamente y señaló al cielo.
—Mira, el viento siempre está ahí, pero a veces llega con fuerza y a veces suavemente. Si intentas volar cuando el viento no está preparado, solo te enredarás. La clave está en esperar el momento perfecto, cuando el viento te impulse en la dirección correcta.
Zuzu observó el cielo y, aunque le parecía difícil, decidió escuchar a Tina. Así que, en lugar de luchar contra el viento, empezó a esperar pacientemente. Al principio, no fue fácil. Zuzu seguía queriendo volar rápidamente, pero se sentó quieta y observó el horizonte, dejando que el viento acariciara su tela.
Pasaron las horas, y finalmente, el viento llegó suavemente. Zuzu, con la paciencia de Tina en su corazón, comenzó a moverse lentamente, dejando que el viento la guiara.
—¡Ahora! —exclamó Zuzu, cuando sintió cómo el viento la levantaba con fuerza.
De repente, Zuzu comenzó a volar más alto que nunca, sin enredos, y con una sensación de libertad que nunca había experimentado. El cielo era claro y el viento perfecto. ¡Lo había logrado!
—¡Lo he conseguido, Tina! ¡Estoy volando alto y sin enredarme! —gritó Zuzu, llena de alegría.
Tina, desde abajo, observaba a Zuzu con una sonrisa tranquila.
—Lo sabías, Zuzu. La paciencia siempre trae buenas sorpresas. Ahora puedes volar tanto como quieras, porque has aprendido a esperar el momento justo.
Zuzu comprendió que la paciencia no sólo la había ayudado a volar más alto, sino que también le había dado una nueva forma de ver el mundo. Ahora entendía que no siempre hay que apresurarse para conseguir lo que se desea; a veces, lo mejor es esperar a que todo llegue en su momento.
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Peques: ¿Cuándo fue la última vez que tuviste paciencia y funcionó?
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